Radio nDud´ñéeyü -Nuestra Palabra

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domingo, 22 de noviembre de 2009

Denuncian contaminación y militarización




Aunque suele decirse que nadie experimenta en cabeza ajena, presentamos una nota relacionada con la minería y las implicaciones sociales que suele generar, si bien es cierto la región cuicateca aùn no enfrenta directamente situaciones similares, es necesario denunciar a la opinión pública los más recientes acontecimientos al respecto y apelar a la solidaridad para sucesos que eventualmente se estén preparando en contra de quienes abiertamente nos oponemos a la implementación de proyectos destructivos.


Manuel de la Cruz/San Cristóbal de Las Casas
Un grupo de organizaciones sociales denunciaron la excesiva contaminación que generan empresas mineras en los municipios del estado a la par de la militarización con el objetivo de silenciar las inconformidades.
Según Enrique Murias en reiteradas ocasiones han pedido al gobierno chiapaneco la cancelación de al menos 53 licencias expedidas a las multinacionales extranjeras que explotan los recursos naturales extraídos en minas sin que sean atendidos en sus reclamos.
En los municipios de la Costa y Sierra chiapaneca “se han contaminado los ríos con los materiales residuales que las empresas arrojan a los cauces afectando a la población que consume el agua, además que dañan irreversiblemente al medio ambiente y animales de la región”.
Es por ello que han surgido organizaciones claramente antimineras en varios municipios del estado.
En respuesta el gobierno mexicano ha militarizado las regiones donde germinan las inconformidades.
Señaló que en el Frente Regional Contra las Privatizaciones y el Frente Nacional de Lucha por el Socialismo (FRCP-FNLS) agrupa varias ONGs que “han alertado sobre los riesgos de la contaminación desmedida al medio ambiente si siguen expidiendo licencias a las empresas norteamericanas que sólo están interesadas en exfoliar los recursos del estado”.
En su opinión al deterioro ambiental se deben sumar los problemas ecológicos y sociales.
Los municipios que más han resentido los efectos negativos de la explotación de minas a cielo abierto son Chicomuselo, Motozintla, Mapastepec y Acacoyagua, así como otros más, donde la población se ha declarado en resistencia y rechaza abiertamente a las multinacionales.
Por eso han organizado varias reuniones en estos municipios con activistas del estado y organizaciones de Guatemala para que la población denuncie los excesos de las empresas.
Murias dijo que sus compañeros han sido víctimas de represalias, hostigamiento policíaco y militar y amenazas de muerte de parte de funcionarios del gobierno del estado que protegen los intereses económicos de los inversores de Estados Unidos y Canadá.
Según él, desde que comenzaron su lucha contra las más de 50 concesiones que el gobierno del estado otorgó a cuatro multinacionales mineras se intensificó la campaña contra los denunciantes.
Las organizaciones aseguran “que al mismo tiempo se da la paulatina militarización de la Sierra Madre con especial énfasis en los puntos donde se sabe que existen yacimientos minerales”.
El FRCP-FNLS dijo que este proceso policíaco-militar continúa avanzando en la región con evidente intención de intimidar a los que se oponen a la explotación a cielo abierto de las minas, silenciar las críticas y sobre todo frenar la organización de comunidades en resistencia.
El avance de las tropas federales se da con recursos que el gobierno de Estados Unidos da a través del Plan Mérida.
Sostienen que “el Plan Mérida tiene como objetivo oculto el resguardo militar de los recursos naturales y estratégicos de México para que puedan ser saqueados por el capital transnacional”.
Lo que queda demostrado con el hecho de que la Sierra Madre está ocupada por el ejército mexicano, policías federales y estatales quienes han colocado retenes en sitios estratégicos para interrogar a conductores y revisar las unidades en la supuesta búsqueda de armas y drogas.

domingo, 1 de noviembre de 2009

El despertar indígena sacude a Latinoamérica







Por FRANK BAJAK © 2009 The Associated Press

Nov. 1, 2009

En Ecuador, los indígenas Shuar están bloqueando carreteras para proteger sus territorios de caza. En Chile, los Mapuche ocupan fincas para presionar por la entrega de tierras, escuelas y clínicas. En Bolivia, la nueva constitución le otorga autonomía a las 36 etnias.

Por toda América Latina, especialmente en los Andes, un despertar político empapa a indígenas acostumbrados a vivir como ciudadanos de segunda clase desde la conquista española.

Esta rebelión política se debe en parte a una mejor educación y comunicaciones, en la medida que Internet le ha permitido a líderes nativos, en regiones apartadas, compartir ideas y estrategias más allá de sus fronteras.

Este despertar responde también a una urgencia: Las naciones de América Latina se han embarcado en un búsqueda sin precedentes de recursos, desplazándose hacia territorios que los indígenas asumen como de propiedad ancestral, en tierras prístinas que consideran claves para su supervivencia.

"El movimiento indígena se ha levantado al ver que el gobierno no respeta nuestros territorios, nuestros recursos, nuestro Amazonas. Llegaremos hasta las últimas consecuencias", dijo Rómulo Acachu, presidente de los Shuar, flanqueado por sus guerreros con lanzas de madera y los rostros cubiertos con bélicos dibujos negros.

El mes pasado, los Shuar bloquearon con alambre de púas puentes de una carretera en el selvático sur de Ecuador y como protesta por una nueva ley que permitiría trabajos mineros en territorios indígenas sin previa consulta con las tribus, colocando además el agua de la zona bajo control del estado.

El 30 de septiembre, un maestro fue muerto durante disturbios violentos con la policía antimotines.

"Si hay 10 muertos, que haya 10 muertos, si hay 1.000 muertos estarán bien muertos. De ser necesario, usaremos la fuerza para defender nuestra dignidad", dijo otro dirigente Shuar, Rafael Pandam.

Los Shuar ganaron. Al menos este asalto.

Un semana después del fallecimiento, el gobierno accedió a reconsiderar la ley después de que el presidente Rafael Correa recibió a unos 100 líderes indígenas en el palacio de gobierno. Correa no necesita que nadie le recuerde que los indios, un tercio de la población de esa nación andina, se han convertido en un constituyente indispensable y que ayudaron a la caída de un gobierno ecuatoriano en el 2000.

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Los indígenas son una décima parte de los 500 millones de habitantes de América Latina. En algunas partes de los Andes y Guatemala la proporción es mucho mayor.

Sin embargo, son más pobres y menos educados que la población en general. Cerca del 80% vive con menos de dos dólares al día, una tasa de pobreza que duplica la del resto de la población, de acuerdo con el Banco Mundial. Al menos el 40% carece de acceso a servicios de salud.

Las amenazas a los territorios indígenas han crecido en los últimos años. Al reducirse las reservas mundiales de crudo y aumentar la demanda mundial de minerales y madera, los sectores petrolífero y minero se combinan con la industria maderera para abalanzarse sobre tierras tradicionales indígenas.

"Los indígenas han estado perdiendo progresivamente el control y la propiedad de los recursos naturales de las tierras y territorios que ocupan desde siempre. A veces las leyes les reconocen el título de las tierras, pero no les quieren reconocer la propiedad de los recursos que están en esas tierras", dijo Rodolfo Stavenhagen, un prominente sociólogo mexicano que es relator especial de las Naciones Unidas para los derechos humanos de los pueblos indígenas.

"Así que la situación no es muy alentadora, sino más bien lo contrario", agregó.

De ahí la revuelta en los Andes.

En Perú, al sur de las tierras Shuar, el gobierno ha dividido más del 70% de la región amazónica en campos de exploración petroleros y ha comenzado a entregar concesiones. Por temor de que sus territorios de caza y pesca sean contaminados, los indígenas comenzaron el año pasado a realizar bloqueos esporádicos de carreteras y ríos.

El 5 de junio, la policía antimotines abrió fuego sobre los indígenas en un bloqueo vial a las afueras del poblado de Bagua, donde la selva llega al pie de las montañas andinas. Al menos 33 personas murieron, la mayoría de ellas agentes policiales. Los indios no se disculparon por su resistencia.

"Casi todo lo que tenemos viene de la selva", dijo uno de los manifestantes, un enjuto maestro de escuela de la tribu Awajun llamado Gabriel Apikai. "Las hojas, la madera y enredaderas que usamos para construir nuestras casas. El agua de los riachuelos. Los animales que comemos. Por eso es que estamos tan preocupados", agregó.

Mucho más al sur en la cadena montañosa más larga del mundo, la policía chilena está protegiendo ahora 34 ranchos y terrenos madereros que los indios Mapuche tienen como objetivo de ocupación y sabotaje.

Los Mapuche, que dominaron Chile antes de la conquista española, representan actualmente menos del 10% de la población y tienen un 5% de sus territorios, algunos de ellos entre los menos fértiles del país.

Activistas Mapuche que reclaman los títulos de más tierras y más acceso a la educación y los servicios de salud, se declararon este año en desobediencia civil. En agosto, la policía antidisturbios, que realizaba una evacuación, mató a un indígena y al menos otros ocho resultaron heridos.

"Si el gobierno y la clase política no escuchan nuestras demandas, la situación se va a tornar mucho más difícil que la que hay ahora", dijo el líder Mapuche José Santos Millao, en una entrevista con The Associated Press en Santiago. Calificó de "cortina de humo" al Ministerio de Asuntos Indígenas que creó la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, el pasado 29 de septiembre.

En ninguna otra parte es tan evidente el poder indígena como en este poblado de Bolivia, país que eligió a su primer presidente indígena, Evo Morales, en diciembre de 2005. Morales disolvió el Ministerio de Asuntos Indígenas y de Pueblos Originarios, al que tildó de racista en un país donde más de tres de cada cinco habitantes son aborígenes.

En febrero, los votantes aprobaron una constitución que crea un estado "plurinacional" y le concede un estatus de soberanía a los nativos de Bolivia. Ancestrales modelos de gobierno, justicia comunitaria e incluso tratamientos curativos son ahora legales, al mismo nivel que las leyes más modernas y la ciencia.

En la capital, La Paz, las "cholitas" _mujeres indígenas con sus tradicionales sombreros bombines y chales multicolores_ son ahora presentadoras de televisión. Los concursos de belleza "Miss Cholita" están de moda y en los clubes nocturnos hay estrellas de hip-hop nativas.

En el palacio presidencial, Morales, un indio Aymara que cultivó coca y quien de niño pasó hambre, insiste en almorzar periódicamente con los guardias de bajo rango de la sede de gobierno.

Morales se está asegurando que las ganancias del gas natural y la extracción de minerales sean distribuidas equitativamente y que el agua, cuya privatización en la ciudad de Cochabamba provocó protestas en el 2000, nunca más sea puesta en manos privadas.

También lucha por hacer públicos los servicios de electricidad.

Morales ha fundado tres universidades indígenas, formalizado el sistema de cuotas para los indios en las filas militares y creado una escuela especial para indígenas que quieren ser diplomáticos. También promueve una campaña para demandar que todos los trabajadores públicos puedan hablar fluidamente al menos una lengua indígena.

"No hay forma de regresar al pasado", dijo Waskar Ari, un Aymara quien cambió su nombre a Juan en la década de 1970 para poder así ser aceptado en una escuela privada en La Paz. Hoy es profesor en la Universidad de Nebraska.

Ari relaciona el "renacimiento" de su país al final del "apartheid" o la segregación racial en Sudáfrica.

"Finalmente", dijo orgulloso, "Bolivia ya no es la Sudáfrica de América Latina".

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El fundamento legal para el movimiento de los indígenas en América Latina fue coronado cuando las Naciones Unidas en septiembre de 2007 aprobó la Declaración de los Derechos de las Poblaciones Indígenas, que respalda el derecho de los pueblos nativos a sus propias instituciones y tierras ancestrales. La Declaración ha sido adoptada por la mayoría de los países de la región.

También ha ayudado a los indígenas a obtener algunas grandes victorias legales:

_ En 2007, la Corte Suprema de Belice falló a favor de las comunidades Mayas que habían cuestionado el derecho del gobierno a dar en concesión tierras indias para la explotación maderera.

_ Un fallo similar se produjo por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos a nombre del pueblo Saramaka, en remotos parajes del bosque en Surinam, que respalda el concepto de que los grupos indígenas deben otorgar su consentimiento en casos de grandes proyectos de desarrollo.

_ En diciembre pasado, el gobierno de Nicaragua finalmente entregó títulos colectivos al pueblo Mayagna, cumpliendo una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos indicando que las autoridades carecían del derecho de entregar en concesión tierras indígenas.

_ Al mes siguiente, la Corte Constitucional de Colombia sentenció que un millón de indígenas estaban en peligro del "exterminio" cultural y físico y ordenó al gobierno protegerlos.

_ En mayo, la Corte Suprema de Justicia de Brasil ordenó a los agricultores de arroz desalojar la reserva Raposa Serra Do Sol, una vasta reserva indígena de 1,7 millones de hectáreas habitada por 18.000 indígenas en los extremos del Amazonas.

A pesar de tales fallos judiciales, los indígenas siguen siendo ciudadanos de segunda clase.

Sólo un indígena ha sido elegido al Congreso de Brasil, donde la mayoría de las etnias ocupan vastas áreas del Amazonas, a pesar de ser apenas el 5% de la población.

En Guatemala, donde casi la mitad de la población es descendiente de los Mayas, ni un solo indígena ha llegado a una oficina pública nacional.

Las desventajas educacionales perpetúan esta iniquidad.

En Guatemala, tres de cada cuatro indios son analfabetos, según Naciones Unidas. En México, donde 6% de la población no sabe leer y escribir, la tasa de analfabetismo entre los indígenas adultos es del 22%. Incluso en Bolivia, sólo 55% de los niños indígenas culminan estudios de primaria, comparado con el 81% de los otros niños.

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Los esfuerzos para "descolonizar" son aún muy frágiles.

En el este de Bolivia, donde la ONU afirma que varios miles de indios Guaraní, incluyendo niños, trabajan en grandes haciendas virtualmente como esclavos, Morales ha prometido la autonomía, pero la elite de la zona, los más duros oponentes de Morales, no lo permitirán sin presentar combate.

"El territorio indígena es una importantísima oportunidad para una ruptura del poder económico de sectores corporativos de poder", dijo en una entrevista Carlos Romero, ministro de Autonomías de Bolivia.

"Cuando a una planta le cortamos el tallo... (empieza) a retoñar", dijo Valentín Ticona, viceministro de Justicia, al resaltar que lo que hacían en su país era sacar "de raíz" lo dejado por los españoles.

Ticona está entre los funcionarios de gobierno involucrados en acciones para favorecer a los Guaraní, que han provocado roces con los hacendados, de piel mucho más clara.

Conseguir su autonomía debería ser menos problemático para los indígenas en las tierras altas del oeste del país, como esta localidad de Jesús de Machaca, debido en parte a que las tierras rinden muy poco.

Jesús de Machaca es una agreste localidad agrícola cercana al Lago Titicaca y cuya población esta conformada en un por 96% de indios Aymara. Este poblado está entre los cuatro territorios montañosos de Bolivia que votará el 6 de diciembre para decidir si se declaran municipalidades autónomas. Bajo ese gobierno propio, los poblados legalizarían prácticas administrativas que datan de los tiempos del imperio Inca.

Los líderes locales, llamados "mallkus", son elegidos democráticamente por sus comunidades en votación pública. Luego escogen a los funcionarios de gobierno. Los períodos de mandato están restringidos a un año. Tal sistema es más cercano al socialismo que al capitalismo.

El vicealcalde Braulio Cusi afirmó que la autonomía beneficiará inmensamente a la comunidad, donde casi todos los 13.700 residentes viven en casas de adobe, utilizan la bosta de ganado como combustible para cocinar, la mayoría de los hogares carecen de agua corriente y las mujeres dan a luz en sus casas porque no hay un hospital o una clínica.

"Asociaciones cooperativas de lácteos, procesamiento de queso... Va a haber trabajo", dijo Cusi, quien lleva sobre su poncho un látigo de cuero blanco como símbolo de su autoridad. Aspira a que se consiga un matadero para el poblado y un veterinario. "Los jóvenes, por lo que no hay trabajo, se van de aquí. Ese es el problema. Como ya tenemos electrificación y agua, más jóvenes van a volver", agregó.

Los poco más de 900 kilómetros cuadrados del pueblo se dedican mayormente a la cría de llamas y ovejas, y al cultivo de papas y quinoa. Comprado en los siglos XVI y XVII por nativos que rehusaron convertirse en agricultores con terrenos alquilados, impera la propiedad comunitaria, parcelada en lotes. La venta a personas fuera de la zona está prohibida.

Jesús de Machaca dio su primer paso hacia la autodeterminación cuando se convirtió en una municipalidad autónoma en 2002. Más tarde eligió a su primer alcalde, también un mallku.

El gobierno nacional duplicó su presupuesto. Por encima del 70% de los hogares ahora tienen electricidad _comparado con el 10% en el 2001_, y recién culminó la construcción de un edificio de tres pisos para la municipalidad, con pisos de parquet y puertas de roble.

El pueblo incluso está construyendo un estadio de fútbol.

"Vamos a ser reconocidos", dijo Cusi tras mirar la banderola de los indígenas de Bolivia izada en un asta a la sombra de un portentosa iglesia colonial española.

"Vamos a poder definir cómo queremos vivir de acuerdo a nuestros usos y costumbres".

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Los corresponsales de The Associated Press Mark Stevenson en Ciudad de México; Eva Vergara en Chile; Jeanneth Valdivieso en Macas, Ecuador; Carlos Valdez en La Paz, Bolivia; Juan Carlos Llorca en Ciudad de Guatemala; Ian James en Caracas; y Bradley Brooks en Rio de Janeiro contribuyeron a este reportaje.

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En internet:

Declaración de la ONU de los Derechos Indígenas:

http://www.un.org/esa/socdev/unpfii/en/drip.html.

domingo, 25 de octubre de 2009

Conquista y destrucción de las Indias (1492-1573)




Hemos tomado esta nota de Rebelión, por la trascendencia que tiene para los pueblos originarios de México comolos cuicatecos.

El origiunal puede consultarse en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=93871


Conquista y destrucción de las Indias (1492-1573)

Esteban Mira Caballos

Durante demasiado tiempo se ha venido sosteniendo por una gran parte de la historiografía que la conquista de América fue muy beneficiosa tanto para los europeos como para los indios. Para muchos la América Precolombina era un mundo “salvaje”, “subdesarrollado” y “desaprovechado”. Pero realmente, como ha escrito recientemente Matthew Restall, “las culturas indígenas no eran ni bárbaras ni idílicas, sino tan civilizadas e imperfectas como las culturas europeas de la época1. La verdad es que la Conquista, como se entendió en el siglo XVI, fue tan provechosa para Europa como cruel, destructiva y asoladora para el mundo indígena. Decía Lichtenberg con mucha razón que “el día que el indio descubrió a Colón, fue un mal día para el indio”2.

¿Qué les pasaría por la cabeza a los desdichados indios cuando veían a los españoles tomar posesión de sus cacicazgos, sus reinos, sus estados y hasta de sus mares?, ¿qué debió pensar el cacique Chiape cuando, obligado por las armas, presenció el 25 de septiembre de 1513 la toma de posesión, en nombre de Castilla, del Mar del Sur?. No tenemos muchos testimonios, pero no es difícil imaginar su perplejidad.

Lo cierto es que la evolución de centenares de pueblos y de algunas civilizaciones americanas quedó cortada en seco desde 1492. De no haber ocurrido el “encuentro” ¿cómo habrían evolucionado esas civilizaciones?, no lo sabemos, pero probablemente de forma no muy distinta a Europa, aunque con varios siglos de retraso evolutivo.

1.-EL GENOCIDIO Y LA HISTORIA DEL HOMBRE

Europa, ni tenía derecho a hacer lo que hizo ni dejaba de tenerlo, porque desde la Antigüedad hasta pleno siglo XX la irrupción de los pueblos “superiores” sobre los “inferiores” se vio como algo absolutamente natural y hasta positivo. El colonialismo se justificó no como una ocupación depredadora sino como un deber de los pueblos europeos de expandir una cultura y una religión superior. Hasta muy avanzado el siglo XX, con la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), no ha habido realmente una legislación protectora de los pueblos indígenas3. Aún hoy, el genocidio sobre los indios guatemaltecos o brasileños sigue siendo una praxis recurrente, en medio de la indiferencia mundial4

E. G. Bourne comparó la actuación de Roma con Hispania, a la de los españoles con América. Y aunque lo hizo con el objetivo de elogiar a España lo cierto es que ambos acontecimientos generaron una gran destrucción física y cultural5. Y es que el “colonialismo Imperialista”, utilizando terminología de Max Weber, ni lo inventó España ni empezó con la conquista y colonización de América, sino en la Antigüedad.

Pero, incluso, mucho antes, en el Neolítico, se dio lo que Marshall D. Sahlins ha llamado la “ley del predominio cultural”6. En realidad era más bien una praxis. Ésta provocó que los grupos neolíticos desplazaran a los nómadas a lugares inhóspitos y aislados, abocando a muchos de ellos a su extinción.

Así, pues, llamémosle “ley de predomino cultural”, “capitalismo imperialista” o de cualquier otra forma, pero la realidad es que el sometimiento de unos pueblos a otros ha sido una constante en la Historia. Paul Shaw y Yuwa Wong han cuantificado en 14.500 las guerras ocurridas en 5.600 años de historia documentada, con un balance de 3.500 millones de muertos7. Los datos no pueden ser tomados demasiado en serio pero nos sirven para demostrar que la guerra y la destrucción han estado plenamente ligadas a la historia del hombre y, sobre todo, a la historia de la civilización.

Y por si fuera poco, el siglo XX ha sido el más genocida de la historia de la Humanidad. Aún hoy, algunos gobiernos de países Hispanoamericanos practican políticas cuanto menos etnocidas con sus comunidades indígenas.

2.-¿QUIÉNES Y POR QUÉ NIEGAN EL GENOCIDIO DE LA CONQUISTA?

Tradicionalmente, ha producido gran escándalo tildar la labor española en América como genocida. Y para negarla se han utilizado un sin fin de argumentos inconsistentes. Históricamente, muchos cronistas vieron la guerra contra los indios como legítima, favorecida por “el milagro de Dios”, para el “bien y remedio de aquellas almas”8. Son muchos los que vieron en la Conquista de América unas guerras justas favorecidas por Dios para castigar los pecados de los indios. Y en este sentido, no olvidemos que el papa Gregorio VII, excomulgaba a los descendientes de los herejes hasta la séptima generación. Hijos, nietos, biznietos y rebiznietos eran culpables por los pecados de sus antepasados.

Que tuvieran esta visión en el siglo XVI no tiene nada de particular. Más difícil de entender es que haya historiadores en pleno siglo XXI que, con argumentos no muy diferentes, se opongan tajantemente a calificar la conquista como genocida. El profesor Francisco Guerra, por ejemplo, lo niega bajo dos argumentos: primero, que los pueblos indígenas se beneficiaron de las técnicas, las artes y las ciencias que traían los españoles. Y segundo, que también ellos -.aztecas e incas sobre todo- habían exterminado a otros pueblos. Para él, el descenso de la población indígena se debió fundamentalmente a las epidemias9. Los argumentos esgrimidos por Guerra, no se sostienen; las epidemias fueron un factor de primer orden pero no el único, ¿y las matanzas sistemáticas de caciques?, ¿y los trasvases masivos de esclavos indios?, ¿y el trabajo minero en condiciones infrahumanas?, ¿y las vejaciones?, ¿y las violaciones de indias?... En cuanto a lo segundo, es obvio que el hecho de que los aztecas o los incas practicaran algunas de estas acciones no puede servir para negar el genocidio de la Conquista.

Por su parte, André-Vicent O.P afirma que el genocidio queda “desmentido por la persistencia de la raza en México y en la población mestiza de las islas españolas”10. Plantear la “persistencia de la raza” como negación del genocidio es falsear la historia. También persisten los judíos y no por ello se puede negar el genocidio nazi. La población en América se ha recuperado desde mediados del siglo XVII, pero, ¿Qué pasó con los entre 50 y 80 millones de indios que desaparecieron entre 1492 y 1650?

Otros incluso, van más allá al negar el genocidio español pero sostener el azteca frente a otros pueblos aborígenes como los tlaxcaltecas, los totonacas o los huancas11. Es decir, invierte los términos, los españoles no fueron los genocidas sino los indios. La historia al revés, los verdugos convertidos en víctimas.

Demetrio Ramos niega también el genocidio, incluso en el caso de los taínos antillanos que se extinguieron en menos de medio siglo. Sin aclarar demasiado afirma que era un pueblo “débil física y estructuralmente” y que su desaparición “tiene explicaciones mucho más lógicas que aquellas del genocidio”12.

Finalmente, Restall, aunque afirma que fue “el mayor desastre demográfico de la historia humana”, niega el genocidio porque no hubo voluntad de exterminio, sino de incorporarlos a la cadena productiva como mano de obra13. Esta última opinión parece algo más sólida pero peca de eurocentrismo, porque trata a todos los indígenas americanos como si fueran una unidad. Aztecas o incas vivían en un estadío muy desarrollado que permitía sin dificultad incorporarlos a los trabajos forzados de los españoles. Y eso hicieron los españoles, incorporarlos a la cadena productiva, aunque fuese en penosísimas condiciones laborales. En cambio, muchos otros grupos indígenas, que estaban a nivel de bandas y tribus, no se adaptaron al trabajo sistemático y no hubo en absoluto voluntad de evitar su exterminio. Y citaré un ejemplo concreto, en 1513 Fernando el Católico declaró a las islas Lucayas y a muchas de las Antillas Menores como “islas inútiles” y, por tanto, su población susceptible de ser deportada y esclavizada. Una decisión verdaderamente genocida, aunque duela reconocerlo, y no muy diferente a algunas de las más crueles decisiones tomadas por los nazis en relación a los judíos.

En cambio, hay otros historiadores críticos que sí han denunciado el genocidio de la Conquista. Casi todos ellos americanos, como David Bastone, Francis Jennings o John F. Guilmartin14. En España el profesor Manuel Lucena Salmoral sí ha sostenido la existencia de un genocidio al menos en los primeros años de la Conquista15.

Como veremos a continuación resulta hoy imposible negar el genocidio, y debemos olvidarnos de patrioterismos y de injustificados sentimientos de culpa. No es posible pedir hoy disculpas por lo que hicieron los españoles del siglo XVI, como no es posible que los italianos pidan perdón por lo que hicieron los romanos en tiempos de Jesucristo. Como muy bien ha escrito Lucena Salmoral se trata de “conocer la verdad histórica y aceptarla, por dura que resulte”16. Los españoles, como hicieron antes y después otros muchos pueblos, arrasaron a los pueblos aborígenes americanos, y la vida continuó –aunque no para todos, claro-.

3.-EL GENOCIDIO ARCAICO O MODERNO

Creo que ha llegado la hora de reconocer abiertamente el genocidio y hacer, aunque sea cinco siglos después, justicia a los millones de indios que perecieron tras el famoso “choque cultural” entre Europa y América. Las violaciones de los derechos humanos son imprescriptibles y, por tanto, nunca es tarde para enjuiciar objetivamente lo que allí ocurrió y denunciar a muchos de sus más crueles protagonistas.

Para empezar habría que tener claro el concepto de genocidio. Para ello recurrimos a la resolución de Naciones Unidas de 1948 para la prevención y sanción de dicho delito. En su artículo segundo dice:

“Se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) matanza de miembros del grupo; b)lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”17

Todavía en España hay quien habla de la gesta de la Conquista sin ser conscientes de que millones de indios murieron y de que otros fueron sometidos a la más miserable de las servidumbres, sus instituciones subyugadas y su cultura y su lengua aniquilada18.

Pocos historiadores dudan ya que la Conquista fue esencialmente una campaña de pillaje, cuya tapadera ideológica fue la idea de misión cristiana o de cruzada. Y así lo entendieron los propios indios. Manco Inca, descendiente de los Incas del Perú en un discurso pronunciado a los indios que secundaban su alzamiento en 1535, dijo lo siguiente:

“Su codicia ha sido tanta que no han dejado templo ni palacio que no han robado, más no les hartarán aunque todas las nieves se vuelvan oro y plata”.

Los españoles aniquilaron más por su afán de fortuna que por un deseo de exterminio en sí mismo. Se trataba de un genocidio que yo suelo denominar moderno o arcaico, en relación al genocidio contemporáneo. Obviamente, este último es una forma de barbarie mucho más desarrollada, más perfecta y, por tanto, también más perversa. Implica la instrumentalización de la ciencia, el apoyo estatal y la eliminación consciente de pruebas y testigos, conscientes de que algún día el mundo les juzgaría19. Esta forma extrema y radical de exterminio no existió en la Conquista de América.

En cambio, como ya hemos dicho sí que se dio tanto un etnocidio como un genocidio moderno o arcaico. Etnocida se considera toda política que traiga consigo a corto o largo plazo la desaparición de una cultura indígena. Por ello, obviamente, toda la colonización española de América fue etnocida20. Pero el etnocidio no excluye el genocidio. Hubo un genocidio arcaico que se llevó a cabo al margen de los designios Reales y probablemente sin una planificación global. Tampoco hubo una verdadera voluntad de eliminar pruebas, de ahí que hayan llegado centenares de documentos en la que otros españoles denunciaban estos hechos.

El genocidio americano tenía un precedente inmediato que es el ocurrido en las islas Canarias en el siglo XV. Los guanches fueron diezmados y esclavizados hasta su total extinción. Fue exactamente lo mismo, con la única diferencia de la magnitud porque la población de las islas Canarias no podía compararse con la americana. Los indios taínos de las Antillas fueron igualmente exterminados. Hubo exterminio sistemático de caciques y de líderes indígenas que eran sustituidos por sus propios hijos, ya leales a España.

La colonización fue aún peor porque el indio fue discriminado y depauperizado hasta límites insospechados. Todavía en nuestros días quedan residuos de ello en nuestra lengua. Cuando hablamos de “hacer el indio” nos referimos a hacer el tonto, equiparando indio a tonto o a ser poco inteligente.

Sirvan estas pocas cuartillas para recordar a los millones de indios que perecieron fruto del empuje colonialista europeo.

Notas:

1 RESTALL, Mathew: Los siete mitos de la conquista española. Barcelona, Paidós, 2004, pág. 154.

2 Cit. en GARZÓN VALDÉS, Ernesto: “La polémica de la justificación ética de la Conquista”, en De conquistadores y conquistados. Frankfurt, Vervuert, 1992, pág. 61.

3 ANAYA, S. James: Los pueblos indígenas en el derecho Internacional. Madrid, Ed. Trotta, 2005, pág. 11.

4 En relación a la pervivencia del genocidio en América Latina puede verse el interesante trabajo de CLAVERO, Bartolomé: Genocidio y justicia. La destrucción de las Indias ayer y hoy. Madrid, Marcial Pons, 2002.

5 FERNÁNDEZ HERRERO, Beatriz: La utopía de la aventura americana. Barcelona, Anthropos, 1994, pág. 95.

6 MARSHALL, D. Sahlins: Las sociedades tribales. Barcelona, Labor, 1984, pág. 12.

7 Cit. en SAHAGÚN, Felipe: “Las guerras en nuestros días”, V Jornadas de Historia en Llerena. Llerena, 2004, pág. 43.

8 SUÁREZ DE PERALTA, Juan: Tratado del Descubrimiento de las Yndias y su conquista. Madrid, Alianza Editorial, 1990, págs. 66-67.

9 GUERRA, Francisco: “Los virus antes que las armas diezmaron a los indígenas”, en Excelsior, ediciones especiales, Nº 12. México, 1992.

10 ANDRÉ-VICENT O.P.: Derecho de los indios y desarrollo en Hispanoamérica. Madrid, Fondo de Cultura Hispánica, 1975, pág. 63.

11 MORALES PADRÓN, Francisco: “Denuesto y comprensión de un pasado”, en La Provincia, junio de 1989, en http:// muweb.millersville.edu/-columbus/data/art/MORALO1

12 RAMOS, Demetrio: Genocidio y Conquista: viejos mitos que siguen en pié. Madrid, R.A.H., 1998, pág. 48.

13 Restall: Ob. Cit., pág. 185.

14 BASTONE, David: Fron conquest to struggle: Jesús of Nazaret in Latin America . New York, University, 1991. JENNINGS, Francis : The founders of America: how Indians discovered the land, pioneered in it and created great classical civilizations; how they were plunged into a dark age invasions and conquest; an how they are reviving . New York, Norton, 1993. GUILMARTIN, John F.: “The gutting edge: an analysis of the Spanish invasion and overthrow of the Inca Empire”, en Transatlantic encounters: Europeans and Andeans in the sixteenth century . Berckeley, University of California press, 1991.

15 LUCENA SALMORA, Manuel: “El precio de la Conquista de América”, La Aventura de la Historia, Nº 22. Madrid, agosto de 2000, Pág. 23.

16 Ibídem, pág. 15.

17 CLAVERO, Bartolomé: Genocidio y justicia. La destrucción de las Indias ayer y hoy. Madrid, Marcial Pons, 2002, pág. 94.

18 ANAYA: Ob. Cit., pág. 21.

19 MATE, Reyes: La razón de los vencidos. Barcelona, Antrhopos, 1991, pág. 181.

20 El término etnocidio fue acuñado en la década de los setenta por el antropólogo francés JAULIN, Robert: La paix blanche. Introduction a l`ethnocide. Paris, Seuil, 1970.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

miércoles, 21 de octubre de 2009

CLASE OBRERA





CLASE OBRERA

   Alberto Híjar.

 

      Gracias al gobierno, la clase obrera se reorganiza. La marcha monumental del jueves 15 como nunca antes reunió a miles de trabajadores, sus familias, las organizaciones solidarias, los universitarios, politécnicos y una secundaria, los contingentes de Oaxaca, Michoacán, Hidalgo, Morelos, Puebla y hasta el final un discreto contingente con López Obrador, Dante Delgado, Flavio Sosa y una plataforma de trailer nuevecita perfectamente equipada para que El Tata y Jesusa Rodríguez animaran con chistes impertinentes más propios de la bazofia televisual que de una marcha obrera.

     La presencia de los electricistas es fuerte con sus miles de cartulinas escritas a mano, sus mantas, sus camisetas rojas, sus consignas, las coreadas sobre todo por las mujeres indignadas y satisfechas de mentar madres a todo pulmón y en plena calle. Lo menos que dicen es “señora Hinojosa, porque parió esa cosa”.

     Lo cierto es que el asalto gubernamental concretó la clase, desenmascaró la lucha de clases de los llamados a la unidad nacional. De un lado los empresarios, los funcionarios, el PAN y el PRI y del otro, los trabajadores consientes de que el pleito es de clase y va para largo. ¿Qué sigue?, preguntan todos con la sospecha de que a punta de marchas nada más cambiará y de que los diputados y senadores no son de fiar.

     Se ha de pasar de la multitud a la clase, de la sociedad civil a la sociedad política. Para esto, la asamblea general sigue en pie y significa resguardar los edificios sindicales a la par que mantener la organización. Ya se insiste en no cobrar ni firmar renuncia alguna para que el Secretario General insistiera en el desigual diálogo con Gobernación en la derogación del decreto y en el reconocimiento pleno al sindicato. Clase contra clase, el señor Secretario responde no. Pero hasta antes de la gran marcha se negaba a dialogar y el Secretario del Trabajo sólo aparece en comilonas y celebraciones empresariales como manda su jefe máximo envalentonado frente a sus pares desde que simuló informe anual con invitados especiales resguardados por el Estado Mayor y las policías en el bunker de Palacio Nacional.

     Esto exige acrecentar la solidaridad de clase. Las experiencias del 68 reaparecen con los transportes públicos apoyando tanto como los parabrisas de automóviles compañeros. Millones de volantes están en reparticiones y mítines en las estaciones del metro, en las escuelas y es necesario activar espacios públicos y los privados que se presten. Ahora es cuando hay que echar mano de la prensa popular presente a lo largo de la gran marcha. Las brigadas de propaganda tienen que salir a los estados y hacer de cada centro ocupado militarmente un sitio de información tal como ocurre con la calle donde aún está el edificio de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y con los locales sindicales. Asamblea permanente, campaña de solidaridad y aliento a las reuniones fraternas son recursos que mantienen el puño en alto y consolidan la clase.

     Urgen las definiciones precisas semejantes a las publicadas antes, durante y después del golpe de Estado. Esta es la manera principal de unificar la formación de los grupos en resistencia y de oponer a los rumores y las desinformaciones de los medios, tal como ha sucedido hasta ahora con el Secretario General rechazando los rumores sobre muertos en accidentes de trabajo y sobre conatos de violencia. El grito coreado de “Martín general” tiene un claro sentido de aprobación del dirigente como el único vocero válido del SME en calidad de Secretario General ahora reconocido hasta por su opositor. Es posible intentar la formación de comités ciudadanos que informen de los cientos de movilizaciones y cierres de empresas ante los cortes de energía manejada torpemente por los esquiroles.

     Crece la solidaridad y nadie acepta la intransigencia de la clase enemiga de los trabajadores. El malestar abunda en la ciudadanía y los comentarios sobre las descortesías y defectos en los cobros de la luz, no se confunden con la urgencia de apoyar al más importante reducto de los derechos de los trabajadores. Ya se entiende que el golpe de Estado contra el SME y la CL y FC es en beneficio de quienes han hecho un botín de todas las formas de energía: el petróleo, la electricidad, el gas, el viento, los torrentes acuáticos. Al defender al SME se defiende todo: el ambiente, la biodiversidad, la infraestructura y la industria del servicio público y se confirma que todo debiera quedar bajo control de los trabajadores en vista de la voracidad antipopular de la clase en el poder.

martes, 13 de octubre de 2009

Chos Malal prohibió la minería a cielo abierto

Presentamos un pequeño ejemplo de como la dignidad puede ayudarnos a resistir con dignidad y fortaleza para reivindicar nuestro derecho a la vida.


Argentina -
Neuquén
Viernes 09 de Octubre de 2009 13:44

Chos MalalAsí lo resolvió por unanimidad su Concejo Deliberante. "La minería es una actividad extractiva que no deja nada. Hay que pensar en otras alternativas", expresó el intendente de esa localidad Carlos Lator.

Fuente: LU17
07/10/09. El Concejo Deliberante de esta localidad declaró a esta ciudad como Municipio "no tóxico y ambientalmente sustentable». A través de la Ordenanza Nº 2390/09, prohibió la minería a cielo abierto y que utilice «sustancias químicas que pongan en riesgo la salud de la población y vulnere los recursos naturales".

Así lo informó el intendente de esta localidad, Carlos Lator, quien además se mostró favorable con la determinación unánime que tomó el cuerpo legislativo. "La minería es una actividad meramente extractiva que no deja nada. Hay que pensar en otras alternativas para desarrollar el Norte neuquino", expresó.

En la zona no habría antecedentes. Existen sí emprendimientos mineros como aquel que lleva a cabo la firma Andacollo Gold S.A. y, a la vez, se advierte la intención latente de que en la región se radiquen otros proyectos.

"Por eso queremos adelantarnos a esta situación", señaló Lator, aunque aclaró que no se opone a la actividad minera por sí misma, sino a cualquier emprendimiento que implique contaminación. Además, indicó que la ordenanza aprobada guarda coherencia con otras acciones emprendidas por la comuna.

Recordó que la Municipalidad fue declarada libre de humo y que hace más de un año integra la Red Argentina de Municipios Sustentables. "Para ingresar presentamos un proyecto vinculado a capacitaciones y talleres barriales a fin de disminuir el índice de accidentes de tránsito que se registra", comentó.

Este proyecto, según apuntó, fue aprobado y se está ejecutando. Ahora, la idea es avanzar con otros proyectos vinculados al medio ambiente y la salud, que mejoren la calidad de vida de los habitantes. "La ordenanza aprobada sigue este camino", añadió.

Para Lator, además, es necesario poner en valor las potencialidades turísticas que existen en el lugar. "Por aquí pasa el desarrollo", afirmó. Y lejos de pensar que la actividad minera puede desarrollar exponencialmente la región, sostuvo que esta colisiona con los recursos turísticos que se encuentran.


ORDENANZA Nº 2390 /09.-
CHOS MALAL, 29 de septiembre de 2.009.-


VISTO:

La posibilidad de que la Provincia licite la exploración con opción a explotación de cinco áreas mineras de la zona norte y centro de la Provincia del Neuquén en: Piuquenes, El Infiernillo, Arroyo Pincheira; Cancha Huinganco y Pino Hachado; y

CONSIDERANDO:

Que toda persona tiene derecho a gozar de un medio ambiente sano y equilibrado y tiene el deber de preservarlo;

Que el desarrollo sustentable o sostenido constitucionalmente reconocido, surge como principio que se propone satisfacer las necesidades de desarrollo de las generaciones presentes pero sin comprometer a las futuras;

Que este concepto se ha introducido para detener los riesgos ambientales de un consumo desmedido de los recursos naturales por las generaciones actuales en perjuicio de las venideras;

Que la conservación del patrimonio natural y la diversidad biológica es una responsabilidad de todos los habitantes que viven en el lugar;

Que se debe de inmediato tomar decisiones precautorias para proteger a la comunidad de los problemas que podría causar la contaminación de las aguas y los suelos, generadas en actividades extractivas mineras metalíferas con lixiviación de químicos peligrosos para el ambiente, sean éstas a cielo abierto o no;

Que nuestro Municipio debe regular el uso del ambiente y los recursos naturales, para la protección de los derechos relativos al ambiente y ejecutar la política ambiental municipal, articulando con otros municipios, con condiciones ambientales idénticas o similares o complementarias;

Que los principales efectos ambientales de la actividad minera son, entre muchos otros: daños estéticos al paisaje, inutilización de los sitios intervenidos, contaminación de aguas por lixiviado de metales, contaminación de trabajadores de los yacimientos, generación de gran cantidad de emisiones de partículas que afectan tanto la salud de los trabajadores como de los habitantes de pueblos vecinos y la biodiversidad de zonas aledañas;

Que, la explotación y tratamiento de metales y en especial el lixiviado resultante de este proceso es potencialmente tóxico, dada la naturaleza de la mayoría de las sustancias usadas tales como el cianuro, arsénico, mercurio, ácido sulfúrico;

Que Chos Malal se define como una ciudad que tiene como principal recurso el atractivo de sus bellezas naturales y donde sus habitantes le imprimen un perfil claramente ecológico, encausado conforme los criterios de desarrollo sustentable y turístico, el que se encuentra en franca contradicción con la actividad minera;

Que es función indelegable del Municipio de Chos Malal impulsar políticas orientadas a la prevención de la contaminación y a la protección de la salud y el medio ambiente, en un todo de acuerdo con nuestra Carta Orgánica Municipal;

Que la posibilidad de instalación de empresas mineras en la zona norte para la exploración y explotación metalífera implicaría el uso continuo de agua de los ríos colindantes, lo que provocaría un inminente riesgo de contaminación de los ríos Curi Leuvú y Neuquén;

Que, como antecedente inmediato en la zona tenemos lo ocurrido en la minera ubicada entre Andacollo y Huinganco donde han existido derrames de hidrocarburos documentados y corroborados por la autoridad de aplicación provincial que han contaminado al Arroyo Huaraco afluente inmediato del Río Neuquén;

Que, en igual sentido, el jefe de Zona Sanitaria III confirmó públicamente que se detectaron dos casos de empleados mineros con saturnismo, efectivamente comprobados;

Que, en virtud de nuestra Ley Provincial Nº 1875 de preservación, conservación y defensa del ambiente, se dispone en su artículo primero: "a presente ley tiene por objeto establecer dentro de la política de desarrollo integral de la Provincia, los principios rectores para la preservación, conservación, defensa y mejoramiento del ambiente en todo el territorio de la provincia de Neuquén, para lograr y mantener una óptima calidad de vida de sus habitantes" y en su artículo segundo: "Declárese de utilidad pública provincial, la preservación, conservación, defensa y mejoramiento del ambiente";

Que, además la Ley 25.675 general del ambiente en su artículo 10º determina: "El proceso de ordenamiento ambiental teniendo en cuenta los aspectos políticos, físicos, sociales, tecnológicos, culturales, económicos, jurídicos y ecológicos de la realidad local, regional y nacional, deberá asegurar el uso adecuado de los recursos ambientales, posibilitar la máxima producción y utilización de los diferentes ecosistemas, garantizar la mínima degradación y desaprovechamiento y promover la participación social en las decisiones fundamentales del desarrollo sustentable";

Que, el artículo 41º de nuestra Constitución Nacional dispone que: "Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la ley. Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación ambientales. Corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los presupuestos mínimos de protección, y a las provincias, las necesarias para complementarlas, sin que aquéllas alteren las jurisdicciones locales.", ello implica que, si bien existen pautas o presupuestos mínimos que deben respetarse en todo el país, ya que el hombre es igual en todas partes y merece la misma protección, cualquiera sea su ubicación geográfica, cada provincia o municipio tiene facultades para establecer pautas o presupuestos diferenciales y mas severos en atención a los intereses y circunstancias locales;

Por ello:

EL HONORABLE CONCEJO DELIBERANTE
DE LA CIUDAD DE CHOS MALAL
SANCIONA CON FUERZA DE
O R D E N A N Z A

Artículo 1º: Declárase a la ciudad de Chos Malal, como "MUNICIPIO NO TOXICO Y AMBIENTALMENTE SUSTENTABLE".-

Artículo 2º: Prohíbase en la ciudad de Chos Malal el empleo de tecnología, técnicas mineras o cualquier método de lixiviación o flotación con cianuro y/u otras sustancias químicas o cualquiera otras técnicas mineras que liberen en el ambiente y dejen disponibles en el mismo, sustancias de cualquier índole que por si mismas o en combinación con otras, pudieran resultar tóxicas y/o nocivas a la salud humana, al conjunto de los recursos naturales, agua, suelo, flora, fauna, paisajes, fuentes de energía convencional y no convencional, y atmósfera en función de los valores del ambiente.-

Articulo 3°: Invítase a los Municipios y Comisiones de Fomento de la Zona Norte a expresar su adhesión a la presente norma y realizar normas similares en protección a las personas y al medio ambiente de nuestra Provincia.-

Articulo 4°: Elévase copia de la presente al Poder Ejecutivo Provincial y a la Honorable Legislatura del Neuquén.-

Artículo 5º: Comuníquese al Departamento Ejecutivo Municipal.-

Dado en el Salón de SEJUN - AMEJUN ubicado en el Barrio Las Flores de la ciudad de Chos Malal, en Sesión Ordinaria a los Veintinueve (29) días del mes de Septiembre del año Dos Mil Nueve, por unanimidad de votos de los Concejales presentes, según consta en Acta número 1356, del libro respectivo de este Cuerpo.-


Es copia del original que obra en
los archivos de este Concejo
FDO. REBOLLEDO
BARRA

jueves, 8 de octubre de 2009

En otro aniversario del "descubrimiento" de América






La tarea de Las Casas tiene un impacto a través del tiempo y el espacio, que se recupera por medio de la obra de Leopoldo Zea, Paulo Freire y Gustavo Gutiérrez, quienes forman la piedra angular del pensamiento de liberación.

El pensamiento de la liberación contextualiza la lucha física e intelectual de Las Casas y continúa creando una conciencia americana que permita erradicar del continente las condiciones de pobreza que han permanecido intactas desde la época colonial hasta nuestros días.

Como se verá, estas estructuras opresivas han mantenido a las mayorías, indígenas principalmente, en la pobreza sin una participación incluyente en la economía, sociedad y política de sus países. El trabajo de Las Casas fluye y actúa a través del tiempo dejando su marca en el pensamiento de la liberación hasta insertarse en la tarea cotidiana de los curas de la liberación que trabajan en beneficio de lo pobres de Latinoamérica.

A partir del siglo XVI, fecha en que se dio el encuentro entre los dos mundos, las antiguas civilizaciones precolombinas vieron afectadas sus relaciones sociales, de vida y de trabajo.

Los indios fueron tratados como objetos, como animales, como una masa colectiva, y no como seres individuales; es decir, menciona Leopoldo Zea, en ese momento, los indígenas fueron quienes tenían que probar su humanidad ante el otro; tenían que mostrar que si no eran cristianos, como su contraparte española, al menos “estaban bien dispuestos a adoptar la doctrina que hace del hombre un Hombre... “ . José Ortega apoya lo anterior al señalar que, efectivamente, en el “violento y traumatizante encuentro entre estas dos civilizaciones, la dominada (el indio) sufrió una serie de radicales transformaciones que han ido minando y destruyendo su identidad como pueblo”.

Y en verdad, las relaciones de trabajo y sociales que se dieron entre los nativos colonizados y los españoles colonizadores fueron unas de amo-siervo, que llegaron al punto en que los indios vivían en condiciones deplorables a través de las encomiendas; vivían en forma infrahumana, encasillados, maltratados y muchas de las veces asesinados bajo el pretexto de no trabajar. Sobre este mecanismo de trabajo José Ortega menciona que, la encomienda, la vieja institución medieval en la que un hombre libre y sin recursos servía a un señor o encomendero a cambio de protección era el caballo de batalla.

Bajo esta, se justificaba la agresión contra el pueblo débil. El tipo de encomienda autorizado en 1503 exigía que los indios trabajaran voluntariamente recibieron jornal y protección de la iglesia y el juez. En la práctica, esta medida fue inaplicable, porque la mano de obra barata del indio era necesaria para el desarrollo económico.

Las condiciones de vida infrahumanas y los asesinatos constantes en masa de que eran objeto los indios, provocaron la reacción del padre Las Casas, quien adelantándose a su tiempo, expresa ideas y practicas que durante el siglo XX, en las décadas de los sesentas y setentas, vienen a identificarse como parte de la teología de la liberación.

En el grito de protesta de los grandes de este pensamiento, Leopoldo Zea, Gustavo Gutiérrez y Paulo Freire, encontramos vestigios en Bartolomé de Las Casas. Las mismas injusticias que puso de manifiesto el padre Las Casas en el siglo XVI se siguen denunciando hoy día en el mismo continente.

A través de la historia, el padre de Las Casas y los teóricos de la Teología de la Liberación entran en un diálogo distante, problematizan, denuncian y subvierten, de acuerdo a sus respectivas épocas, las condiciones históricas materiales que reprimen al hombre; es decir, la falta de libertad.

Las constantes expediciones españolas hacia los nuevos dominios americanos hicieron que, desde temprana edad, Bartolomé de Las Casas entrara en contacto con tierras allende de las españolas pues su padre, Pedro de Las Casas, regresó de América con un indio taino como regalo para su hijo.

Sin embargo, el niño indígena le fue confiscado a Bartolomé pues la Reina Católica se resistía a la esclavitud de los indios. La necesidad económica, sin embargo, hizo que tanto Pedro como Bartolomé se enlistaran en una marcha hacia el continente americano en busca de fortuna. Bartolomé ya tenía suficiente edad y “capacitado para optar una plaza de doctrinero de indios, no mal pagada”.

Ya en 1509, en La Española, Bartolomé de Las Casas entabló una estrecha amistad con el Almirante Diego Colón quien, más tarde, le daría al primero “una heredad, con repartimiento de indios, en la villa Concepción, y fue testigo presencial de su ordenación sacerdotal en 1512” (Varela, 12).

A pesar de haberse hecho sacerdote, Las Casas no renunció a sus esclavos y mantuvo su papel de hidalgo sacerdote. En 1513 Las Casas formó parte de la conquista de Cuba y, esta vez, el oficiante fue premiado por el gobernador Diego Velásquez con una encomienda que le dio a ganar bastante dinero.

Si en 1511 Las Casas ya había escuchado al padre dominico Moisés de Montesinos protestar en contra del trato inhumano que recibían los indios colonizados, no fue sino hasta tres años después en que el primero tomó verdadera conciencia de su papel como sacerdote rico y dueño de indígenas esclavos. Al escuchar la predicación de tres frailes dominicos procedentes de La Española a Cuba, y al estar preparando un sermón para una homilía, Las Casas leyó parte del texto del Eclesiástico (34,18) que menciona: “aquél que hace sacrificio de una cosa torcidamente adquirida, hace ofrecimiento ridículo y las ofrendas de los injustos no serán aceptadas” (Varela, 14). Es a partir de este momento que la vida de Las Casas da un giro enfático y empieza a dedicar su vida a la defensa de los indios colonizados y oprimidos a través de una subversión de las normas establecidas.

Siglos más tarde, durante las décadas de los años sesentas y setentas, en el siglo XX, la Teología de la Liberación se origina como una respuesta a las condiciones económicas y sociales en que se hallan millones de pobres latinoamericanos y que han prevalecido desde tiempos coloniales.

El desarrollo del pensamiento de la liberación tiene, entre sus vehementes exponentes, al mexicano Leopoldo Zea, al brasileño Paulo Freire y al peruano Gustavo Gutiérrez. Estos tres forman la piedra angular del pensamiento de la Teología de la Liberación que encuentra eco en América Latina como conducto para mejorar las condiciones de vida de los pobres del continente.

Leopoldo Zea, a través de su libro La filosofía americana como filosofía sin más (1969), se refiere a la toma de conciencia del hombre americano y su propia filosofía fraguada dentro de un subcontinente con estructuras propias.

Al llevar a cabo su análisis del encuentro de los dos mundos, en el cual el euro centrismo occidental se enfrenta con el hombre americano, Zea acusa que, en ese momento, los indígenas fueron quienes tuvieron que justificar su humanidad ante el ajeno. Es decir, de acuerdo a la mentalidad española de la época, “para ser hombre, habrá que encajar en determinado arquetipo. Ser como el cristiano, el europeo o el occidental”.

De esta forma, sabemos que por no caber dentro del arquetipo español /cristiano/ occidental, es que el hombre indígena americano es marginado y considerado nada más que “un objeto de uso... de explotación, una parte de la flora y la fauna de América”, acusa Zea.

Al considerarlo diferente y animalizarlo, el hombre europeo crea en el hombre iberoamericano un sentimiento de inferioridad; pero para Zea, este último no es ni superior ni mucho menos inferior al primero sino que ser diferentes es, precisamente, lo que los iguala. Bajo esta colonización física y mental, señala Gómez-Martínez, la “perspectiva europea había mantenido ante lo iberoamericano una actitud de menosprecio, que le impedía tomar conciencia de su propia realidad. Se vivía [...] una situación de pueblos coloniales” .

Paulo Freire es base fundamental del pensamiento de la teología de la liberación por su desarrollo pedagógico que libera al individuo. Freire, con sus libros La educación como práctica de la libertad (1969) y Pedagogía del oprimido (1970), crea un corpus trascendental para lograr un cambio radical del sistema educativo.

Parte importante del pensamiento de Freire, como para Zea, radica en su perspectiva y los resultados arrojados por la historia y la conquista sobre tierras americanas. Freire señala que “nuestra colonización fue sobre todo una empresa comercial. Nuestros colonizadores no tuvieron... intención de crear en la nueva tierra recién descubierta una civilización” (1969, 61), razón por la cual no se sentaron las bases para una educación y pensamiento latinoamericanos propios.

Es decir, podemos asegurar que la falta de interés por crear una sociedad nueva, donde coexistiera una hermandad entre los recién llegados y los indígenas nativos, no permitió que se crearan los cimientos para un desarrollo filosófico americano apoyado en sus propias estructuras.

Freire señala que, en efecto, a los conquistadores “les faltó integración en la colonia, con la nueva tierra. Su intención era realmente la de explotarla, la de permanecer en ella, no la de permanecer en ella y con ella, integrados”.

Para Freire, es necesario asumir la historia y sus resultados para conocer la realidad iberoamericana y así brindar cambios que lleven a un acercamiento humano de la educación. Paulo Freire hace una manifestación tajante de las ideas de una pedagogía del oprimido en vez de para el oprimido. Para Freire, se tiene que observar la realidad y a partir de esta observación tiene que nacer, como para Zea, un “hombre nuevo”, un hombre que medita, asume y toma conciencia de su situación de oprimido además de comprometerse y realizar una verdadera solidaridad por la liberación de los hombres. Freire señala que el hombre que nace de esta liberación “es un hombre nuevo, hombre que sólo es viable en y por la superación de la contradicción opresores-oprimidos que, en última instancia, es la liberación de todos”.

Gustavo Gutiérrez es, junto a Zea y Freire, uno de los que más se distingue de entre los pensadores de la liberación. En su libro, Teología de la liberación (1971), el autor enfatiza que la iglesia católica debe actuar en favor de los pobres-oprimidos y debe asumir un papel a favor de los últimos a través de una teología que luche por un paraíso tanto terrenal como espiritual.

Exige la necesidad de eliminar la ignorancia que sufre América Latina y que ha permitido los abusos de la iglesia euro céntrica a partir de su llegada al subcontinente. Gutiérrez pide que la iglesia observe la realidad latinoamericana y, a partir de esto, se lleve a cabo “una teología que no se limite a pensar el mundo, sino que [luche] -en la protesta ante la dignidad humana pisoteada, en la lucha contra el despojo de la inmensa mayoría de los hombres”.

Para Gutiérrez la pobreza es un mal, “una situación de pecado” (307) que no debe idealizarse como un modo de vivir perfecto, sino que se debe protestar contra ella. Se debe conocer a Dios para, a través de Él, reconocer el derecho de los pobres, tomar conciencia de la pobreza, adquirir una opción por los pobres y ayudarlos a superarla. Como Zea y Freire, Gutiérrez también considera que es necesario asumir la historia y sus resultados para la liberación del hombre, que lo lleve “a la construcción de un hombre nuevo” , Hombre nuevo que “se vea libre de toda servidumbre, en la que sea artífice de su propio destino”.

Con este ensayo no tengo como obstinación el acercamiento al padre Las Casas y su labor como figura heroica; sino rescatar, en forma general, su pensamiento ideológico y praxis durante su defensa de los indígenas americanos. También, observar el diálogo que se establece con las mismas acciones llevadas a cabo por Las Casas, pasando por los inicios del pensamiento de la liberación y hasta llegar a nuestros días. Martin E. Marty acusa, con respecto a la obra escrita por Las Casas, que aquellos “who have tried to present the author as a simple heroic figure who would “fit” in a modern liberal culture do him, history, the truth, the imagination, and his Indians, no good” (Foreword in Poole, Stafford, xiv).

Tampoco es mi objetivo, con este estudio, instalar a Las Casas, junto con su obra y pensamiento, como imagen épica moderna. Lo que se trata rescatar, de forma esquemática, es el valor de la obra de Las Casas “como un monumento ideológico [pues] esa obra deja ver las transiciones naturales a una actuación política dilatada a lo largo de media centuria” (Pérez de Tudela, ix). Mi deseo es respaldar y contextualizar, por supuesto, cómo la obra de Las Casas problematiza, subvierte los cánones establecidos y entra en distante pero estrecho coloquio con la Teología de la Liberación.

Las ideas y acciones de Las Casas, señala acertadamente Lewis Hanke, “demonstrate once more how ideas can overlpeap centuries when they are concerned with such a fundamental matter as the nature of man” (v). Así, mi propósito final es sugerir cómo las ideas de Las Casas se inscriben a ser parte del movimiento de los iniciadores del Pensamiento de la Liberación. Como mostrare a partir de una contextualización de ideas y practicas, en forma global, el pensamiento de la liberación, a partir de la segunda mitad del siglo XX, cuestiona el orden social prevaleciente, lo problematiza y lo subvierte a través de acciones e ideas puestas en practica siglos antes por el padre Las Casas. De esta forma, se inicia una lucha a favor de los pobres por medio de una iglesia católica más comprometida con los segundos; se da, entonces, un diálogo ideológico y de acción, que ha buscado, y busca todavía, una sociedad más justa para los pobres latinoamericanos. Como concepto básico de la Utopía de Tomás Moro, y su idea de que la realidad histórica puede ser transformada, es en la que descansa gran parte del pensamiento de la teología de la liberación.

Gustavo Gutiérrez señala que la realidad histórica “sirve como proyecto histórico de la sociedad cualitativamente distinta y para explicar la aspiración al establecimiento de nuevas relaciones sociales entre los hombres” (278). De estas “nuevas relaciones sociales entre los hombres” ya habla Las Casas en su Segundo remedio en Memorial de Catorce Remedios de 1516 cuando, entre otras cosas, aconseja que en cada pueblo de indios deben vivir labradores de Castilla con sus mujeres e hijos para que trabajen con los naturales del lugar y en un momento determinado se casen con ellos: “... y ellos viendo que los cristianos trabajan tendrán mejor gana de hacer lo que vieren, y asimismo se mezclaran casándose los hijos de los unos con las hijas de los otros, etc.” (Perez de Tudela, 7).

Sin duda, estas solicitudes de Las Casas resultan un tanto revolucionarias y subversivas para su tiempo si tomamos en cuenta que en la época todavía se debatía, como lo señala la discusión entre el mismo Las Casas y Sepúlveda, la cuestión de los indios como seres humanos con alma.

Estoy seguro que la idealización de sociedad que propone Las Casas, en general, es muy similar a la de los pensadores de la liberación quienes aspiran a una sociedad de relación fraternal entre los hombres en las que no exista la opresión y la explotación del hombre por el hombre.

Podemos contextualizar esta idea cuando siglos más tarde Paulo Freire señalaría que, efectivamente, “los hombres se humanizan trabajando juntos para hacer del mundo [...] la mediación de conciencias que cobran existencia común en libertad” (1970, 19). Gustavo Gutiérrez, por su parte, apoya lo anterior y señala que es a través de la relación con otros hombres donde se refleja el verdadero mensaje de Dios, pues “encontramos al Señor en nuestro encuentro con los hombres [...] los más pobres, marginados y explotados por otros hombres” (263).

No debería sorprendernos, pues, que la utopía del padre Las Casas se refiera, sin duda, a la realidad histórica en la que el ser humano tiene la esperanza de crear una sociedad nueva, basándose en el carácter deshumanizante de la conquista y con esto lograr un orden social más justo. A pesar de las adversidades, debemos señalar que las acciones de Las Casas lograron, en gran escala, llamar la atención sobre una situación de injusticia que se debía combatir en el continente americano.

Menéndez Pidal menciona a este respecto que, debido a las constantes quejas de Las Casas, el “rey nombró una comisión para la defensa de los derechos de los indios. Se propuso que los indios debían ser tratados como seres libres, ser instruidos en la fe católica, tener casa y hacienda propia, etc. “. Gracias a los consejos de Las Casas, también, se creó el cargo de protector de indios, que actuaría como abogado y procurador de estos.

El propósito del padre Las Casas por luchar para que los indios fueran libres y tuvieran casa y hacienda propia, es parte de lo que años después formaría parte esencial del pensamiento de la Teología de la Liberación; encontrar el “Reino de Dios” en la tierra antes de morir.

Lo anterior queda contextualizado con Leopoldo Zea quien es claro en este punto al señalar que, a través de esta idea se plantea la “necesidad de realizar el reino de Dios no en otro mundo, sino en éste como un reino de justicia y libertad en el que el hombre deje de ser un explotador del hombre y se hermane con él (118)”. Tradicionalmente bajo la cultura de la iglesia católica se ha insistido con frecuencia en que los pobres deben soportarlo todo aquí en la tierra porque tras la muerte el reino de los cielos será suyo.

A través de su lucha a favor de los indígenas maltratados y desposeídos, Las Casas, al igual que la Teología de la Liberación, se niega a esperar el Reino de Dios en el otro mundo y el primero acusa constantemente a los “españoles / cristianos” que en nombre de Dios asesinan a los indígenas. Antes de ganarse el cielo los indios deben disfrutar de algún bienestar ahora, en este mundo. A este respecto y sobre el papel de la Iglesia a través de la historia, que ha mantenido viva esta retórica subyugante, Jules Girardi contextualiza y acusa que, efectivamente, “ la Iglesia del silencio no es sólo la que calla porque está en conflicto con los poderosos, sino también, y sobre todo, la que calla porque es su aliada” (48).

Por su parte, Gutiérrez también apoya esta idea y señala que, en verdad, para los pueblos oprimidos de íbero América, la tradición de la iglesia católica y el Reino de Dios para después de la muerte es una idea anacrónica. Al problematizar y subvertir esta idea anacrónica, Gutiérrez ofrece que El Reino de Dios, para los pobres, se puede dar en este mundo y la iglesia debe abandonar su papel de aliada del poder económico y político pues es “a los oprimidos a los que [...] debe dirigirse, y no tanto a los opresores” (167) para terminar con “una religión alienante” (101), dentro de “una compleja dimensión pública, que ha jugado (y juega todavía) en favor del orden establecido”(269). Irónicamente, Gutiérrez dice que “’Bienaventurados los pobres porque de vosotros es el reino de Dios’, no significa necesariamente que se debe “aceptad vuestra pobreza que más tarde esa injusticia os será compensada en el cielo”.

Las Casas crea su propio centro y se sitúa él mismo en el continente americano con sus propias características históricas, sociales y culturales. De ahí que Las Casas rechace el pensamiento filosófico aristotélico, el cual justifica la esclavitud en términos de que los infieles eran esclavos por la servidumbre de su naturaleza; y que por no tener razón ni capacidad para gobernarse habían de someterse a la autoridad de aquellos que pertenecen a una civilización avanzada. Estas civilizaciones avanzadas, justifica el pensamiento aristotélico, tienen todo el derecho a someter a los bárbaros por la fuerza.

Finalmente, el pensamiento aristotélico mantiene que se es siervo por naturaleza, por haber nacido en ciertas regiones, o por tener costumbres depravadas. En este caso la “superioridad” española tenía derechos “naturales” sobre los indígenas “inferiores”.

El padre Las Casas reduce todo este concepto aristotélico de la servidumbre por naturaleza al gobierno civil, para Las Casas, esta filosofía no se puede aplicar a los indios, pues estos no son bárbaros y no se dedican a la violencia por motivos naturales. Siglos después, como parte del pensamiento de la liberación, Leopoldo Zea problematizaría esta idea y acusaría, también, a la filosofía europea occidental señalando que, “justificaba toda clase de expansiones y toda subordinación como vías para la supuesta humanización de la Humanidad [...] hombres [que] aplastaban toda expresión de humanidad que no fuese la que ellos representaban”.Sin temor a equivocarme, considero que la constante problematización y subversión de las condiciones de vida de los indígenas, por parte de Las Casas, provocan que éste se redescubra, a sí mismo, a través de lo que la Teología de la Liberación considera como el “hombre nuevo”.

Una de las virtudes del hombre nuevo es su amor por el ser humano.

Lo anterior queda claramente contextualizado bajo Gutiérrez, Freire y Zea. Gustavo Gutiérrez sostiene “que el amor a Dios se expresa ineludiblemente en el amor al prójimo” y también, que “un gesto de amor hacia ellos es un gesto hacia Dios” (263). Las acciones del padre Las Casas, sin duda, son unas de amor hacia el indígena oprimido y deshumanizado. Al respecto, Paulo Freire señala que, en verdad, “el amor es un acto de valentía [...] el amor es compromiso con los hombres [...] el acto de amor radica en comprometerse con su causa. La causa de su liberación” (1970, 102-3).

En este sentido, no reparo en aplicar este concepto de hombre nuevo a Las Casas en su toma de conciencia de la situación de opresión en que se halla el indio y la importancia de su lucha personal contra ésta.

Me parece que Las Casas nace como hombre nuevo después de un proceso interno de concienciación que lo lleva a cuestionar las causas y orígenes de la situación de opresión del indígena y su condición deshumanizada al mismo tiempo que se da cuenta de su propia realidad de opresor. Su nueva actitud le permite a Las Casas identificarse con los nativos del continente, pobres y sometidos. Las Casas inicia, entonces, una relación, como señala Gutiérrez, de “solidaridad real y profunda con aquellos que sufren una situación de miseria e injusticia [de donde] surgirá el <> de entre los escombros del <>” (269). Al respecto, Leopoldo Zea se identifica con Las Casas y su idea del “hombre con minúscula” vs. “Hombre con mayúscula” que parece aclarar la disputa que se daba a principios del siglo XVI sobre la supuesta superioridad del español sobre el indio.

Como ya mencioné, el padre Las Casas participó en la conquista de Cuba y recibió tierras e indios-esclavos como recompensa. Él mismo reconoce que explotó tanto como los demás a sus esclavos.

Pero años más tarde Fray Bartolomé se dio cuenta de que la evangelización se había convertido en no más que una excusa para aniquilar a la población indígena y hacer acopio de riqueza. En ese momento es cuando ocurre el cambio y se convierte en un conquistador justo que denuncia los atropellos cometidos contra los indios ante el Emperador. La lucha por su liberación moral y la de otros, significa para Las Casas romper con la contradicción oprimido-opresor y, como señala Paulo Freire, esta liberación “es un parto doloroso [...]que trae al mundo a este hombre nuevo; ni opresor ni oprimido, sino un hombre liberándose” meta final del hombre que ha tomado conciencia de la situación de opresión de su prójimo.

Al mismo tiempo, no se puede dejar de advertir que el padre Las Casas principia una cruzada por liberar a los indígenas del yugo de la opresión que justifica la iglesia tradicional. De este modo, Las Casas también da iniciación a un proceso donde denuncia y exige la necesidad de aliviar la situación de opresión que sufren los indígenas colonizados y que permite los abusos de la Iglesia euro céntrica.

Gustavo Gutiérrez, por su lado, contextualiza las acciones de Las Casas cuando propone que se practicara “una teología que no se limite a pensar el mundo, sino que [se abra] -en la protesta ante la dignidad humana pisoteada, en la lucha contra el despojo de la inmensa mayoría de los hombres” (41) con una iglesia que se ajuste y asuma la realidad de los pueblos iberoamericanos. Es decir, Las Casas, como hombre de iglesia, toma una posición a favor del indígena y hace lo que la Iglesia en general se había abstenido de concebir. Berryman apuntala lo anterior, siglos más tarde, bajo el pensamiento de la teología de la liberación, “faith cannot be neutral when the life and death of the people are in question. Political and ideological changes and options cannot be sidestepped [...] the church cannot observe the struggle of the people from the sidelines, but must be involved in those movements that embody their inspirations” (129-33).

El amor que mostró Las Casas por el ser humano es evidente cuando se observa su lucha a favor del indio. En cambio, algunos de sus críticos hacen mella en él al señalar su actuación como contradictoria, pues no aplica los mismos preceptos o derechos del indio al africano.

Es cierto que Las Casas se opone radicalmente a la esclavitud de los indígenas pero no a la de los negros, turcos o moros. Los críticos del padre Las Casas se empeñan en desacreditar sus acciones pues nos hacen creer que de pronto, ese amante del hombre y de la paz, aparece implicado en la trata de negros, hecho que oscurece su imagen de apóstol de los derechos humanos.

Estas acciones no deberían ser suficientes para desvalorar su compromiso con los pobres y desposeídos. Es decir, Las Casas pasa por un continuo estado de ser, de encontrarse así mismo y llega a identificar su estado de opresor, lo asume y toma conciencia de este hecho para, como señalaría Gutiérrez, concebirse él mismo “como un proceso de liberación [...] como conquista histórica” que lo lleve “a la construcción de un hombre nuevo” : Hombre nuevo que “se vea libre de toda servidumbre, en la que sea artífice de su propio destino”.

Freire, por su lado, menciona que cuando el opresor asume esta situación, empieza su verdadera solidaridad y liberación “cuando para él, los oprimidos dejan de ser una designación abstracta y devienen hombres concretos, despojados y en una situación de injusticia”.

Con respecto a lo anterior, José Ortega alude que, efectivamente, “Las Casas defendió no la esclavitud de los negros, sino el uso de los negro, ya jurídicamente esclavos, para humanizar las condiciones de los indios de la encomienda” (34). Las Casas propuso dar licencia para importar doce africanos a cada habitante español en el nuevo mundo para así liberar a los indios. Consideraba a los negros más resistentes para el trabajo y le pareció un “mal menor” esclavizar a un número más pequeño de hombres para así evitar la aniquilación total de los indígenas. Más tarde en su vida reconocerá su error por “no considerar” la injusticia con que los portugueses los tomaban y los hacían esclavos. Helps, no obstante, apunta que “este ‘por no considerar’ no significa que no fuera conciente de la injusticia” . Sin embargo, al final de su vida, el mismo Las Casas confesará que nunca “estuvo cierto de que la ignorancia que en ello tuvo lo excusaba delante del Juicio Divino” .

Como demuestra indirectamente Menéndez Pidal, el padre Las Casas condenó y luchó contra la encomienda y persistió en lograr la libertad de todos los indios; se negó a confesar a todo encomendero que previamente no hubiera puesto en libertad a sus indios. Presentó las atrocidades españolas en América ante el rey Carlos V y Felipe II en las Leyes Nuevas de 1542. Como podemos advertir, el Padre Las Casas problematizó, subvirtió y luchó, y muchos otros también lo hicieron, por erradicar la situación de opresión e injusticia de América cinco siglos antes de que lo hicieran los pensadores de la Teología de la Liberación en la misma zona geográfica. A pesar de todos estos esfuerzos por ambos lados a través del tiempo, los problemas todavía continúan sin resolverse para los pobres en Latinoamérica.

La tradición de lucha a favor de los pobres, iniciada por Las Casas durante el siglo XVI, se refleja en la contextualización teórica y praxis del gran numero de curas partidarios de la Teología de la Liberación en el siglo XX. Estos últimos luchan a favor de los descendientes de aquellos por los que batalló y defendió Las Casas.

Asimismo, los opresores de los pobres parecen seguir siendo los mismos; una minoría que mantiene a millones de campesinos oprimidos y sumidos en la pobreza y la ignorancia. Es decir, los descendientes de aquellos conquistadores y colonizadores que llegaron al Nuevo Mundo y crearon oligarquías en los diferentes virreinatos de Hispanoamérica.

Estas mismas oligarquías existen en todos los países del continente americano y continúan en su empeño por impedir que las masas campesinas obtengan cambios y mejoras en sus condiciones de vida. Me atrevo a asegurar, pues, que es indiscutible que la ignorancia y el atraso en el que viven todas las comunidades indígenas son el resultado del sistema de explotación colonial que aún persiste en muchas zonas marginadas.

El ejemplo más claro de esta situación de miseria en la que viven los indios lo muestran las regiones de El Salvador, Guatemala y México donde los indígenas han sobrevivido, a través de la historia, el maltrato y la explotación de las economías implantadas bajo las que viven.

Es imposible olvidar las matanzas de indígenas en estos países, entre ellas, la que llevó a cabo Maximiliano Hernández Martínez, ex presidente salvadoreño, quien en 1932 reprimió una rebelión liderada por Farabundo Martí donde, se estima, murieron entre 10,000 ó 40,000 campesinos. Más tarde en Guatemala, en 1952, los Estados Unidos apoyaron un golpe de Estado en contra del presidente Arbenz y su política de reforma social.

La dictadura establecida por Carlos Castillo Armas fue una de las más sangrientas de la historia de la nación centroamericana en contra de las comunidades indígenas. La tensión social se agravó en el país y la explotación y marginación de los indios aumentó.

No me atrevo a sugerir con lo anterior, por supuesto, que en otras partes del continente la situación del indio sea mejor o que la explotación de su fuerza de trabajo no exista. Las guerras que inundaron El Salvador y Guatemala durante las décadas siguientes, y la más reciente lucha armada que se surgió en el estado de Chiapas en México, son las pruebas más convincentes de que el atraso económico, médico, educativo y social en que las oligarquías nacionales mantienen a estos campesinos sólo están precipitando la aparición de otros Las Casas.

Los pensadores iberoamericanos de la liberación y los curas de la teología de la liberación identificados con Las Casas abundan en todo el continente: Marcela Althaus-Reid, Jose Miguez Bonino y José Severino Croatto en la Argentina; Hugo Assmann, Frei Betto, Leonardo Boff en Brasil; Rafael Avial, Camilo Torres Restrepo, Gerardo Valencia Cano en Colombia; Pablo Richar en Chile; Ernesto Cardenal en Nicaragua; Alberto Methol Ferre, Juan Luis Segundo en Uruguay; José Porfirio Miranda, Samuel Ruiz y Elsa Tamez en México; y Oscar Romero el mártir salvadoreño, representan a quienes han luchado y a otros que siguen haciéndolo en favor de los pobres latinoamericanos.

Siglos después, ante la misma situación de pobreza, opresión y crímenes constantes en contra de los campesinos pobres salvadoreños, Monseñor Romero, tal y como lo practicara Las Casas en su tiempo.

Más tarde, Monseñor Romero sería asesinado por el ejército de su país.

En años recientes, el obispo de San Cristóbal de Las Casas en el estado de Chiapas, el Padre Samuel Ruiz, digno heredero del padre Las Casas, fungió como mediador para lograr la paz en la región. La labor del obispo Samuel Ruiz y Joel Padrón, párroco de Simojovel de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, siempre ha sido en beneficio de los pobres de Chiapas. El Centro de Investigaciones Económicas y Políticas de Acción Comunitaria (CIEPAC), mencionó en agosto de 1995 que. “la misma Iglesia Católica de Washington ofreció su apoyo a los indígenas chiapanecos y se pronunció por solidaridad y el diálogo.

En la liturgia dominical en la catedral de Seatle, el reverendo Michel G. Ryan comparó a Padrón con Martin Luther King por manejar el mensaje “particularmente fuerte de esperanza y perdón”.

En estos momentos la ciudad de Chiapas, foco de levantamiento del EZLN en 1994 y cuya capital lleva el apellido del padre Las Casas y de la cual también fue obispo, sigue sufriendo de la marginación social, política y económica que la ha distinguido desde el siglo XVI. El estado solamente produce 1.7 del PIB de México y es muy difícil que este porcentaje aumente. La falta de industrialización del estado provoca que su economía se base en la actividad agropecuaria (45 por ciento del PIB estatal). A este respecto, Francisco Lastra señala que “de la región que comprende Chiapas: El sureste ha funcionado como una colonia: proporciona energéticos y productos primarios baratos, y recibe productos manufacturados y servicios caros.

Se le extrae su riqueza principal, el petróleo, y a cambio recibe recursos limitados que no proporcionan el desarrollo económico de la región” (citado en CIEPAC). Como resultado de este proceso de despojo, Chiapas es hoy, de las 32 entidades en México, el estado con el índice de desarrollo humano más bajo (cifra compuesta del índice de esperanza de vida, de educación y del PIB per cápita) (Ciepac, 1).

En un estudio sobre el sur de México en 1972, Urbanski señalaba que, “la desproporción en la tenencia de tierras entre los latifundios y los minifundios en el Sur es todavía muy evidente y desalentadora para las masas rurales. Sin embargo, no hay que descontar que allí donde se llevaron a cabo ciertas reformas, la situación agraria tampoco ha mejorado de una manera muy notable”.

La realidad chiapaneca nos muestra que la situación de pobreza y marginación del indígena no ha cambiado en cinco siglos. Actualmente el gobierno mexicano, como muchos otros con un alto porcentaje de población indígena, solamente ha profundizado la pobreza y falta de servicios sociales a estas comunidades. Los gobiernos locales se empeñan en poner en práctica conceptos ideológicos y prácticas económicas que funcionan en contra de las mayorías pobres y que siguen destruyendo pueblos, identidades y culturas indígenas.

En 1995, poco después del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el Papa Juan Pablo II, siempre temeroso de los curas de la liberación, “designó al obispo Raúl Vera López como obispo coadjutor de la diócesis de San Cristóbal de las Casas y tendrá derecho de suceder al obispo Samuel Ruiz García.

El pontífice explicó, como pretexto, en una misiva dirigida a Samuel Ruiz, que dicho nombramiento tiene el propósito de “procurar el bien de esa porción de la grey del Señor, brindando a usted una ayuda válida y eficaz” (CIEPAC, 1). Tal vez con el deseo de no contrariar la sugerencia Papal, la designación de Vera López fue bien recibida por el propio Samuel Ruiz y la comunidad religiosa de San Cristóbal de las Casas; incluso se le quiso interpretar como un “respaldo de Juan Pablo II a la mediación del obispo entre los zapatistas y el gobierno” (CIEPAC, 1).

Con todo, se duda de la buena disposición del Papa, la cual está en entredicho, pues como bien señala Phillip Berryman “on each of Pope John II’s trips to Latin America (México, 1979; Brazil, 1980; Central America, 1983; Andean Countries of South America, 1985), he has issued warnings apparently aimed at theologians. In September 1984 the Vatican published a major document pointing to its dangers, and in 1985 it silenced the Brazilian Franciscan priest Leonoardo Boff”.

La forma en que actuó la iglesia católica hacia el padre Boff, precursor de la teología de la liberación, se aplicó cinco siglos antes a las actividades subversivas de Las Casas por su defensa de los pobres.

Las acciones de Las Casas fueron entorpecidas por miembros de su misma orden eclesiástica. En 1531, al llegar de La Española a México como reformador de los dominicos, sus compañeros, “lo encerraron en una celda obligándole a regresar a La Española sin realizar su misión” (Varela, 19).

Las Casas, sin embargo, continuó en su lucha a favor de los indígenas oprimidos y, en 1533, es nuevamente silenciado al ser encarcelado, en Santo Domingo, en el convento de su orden por una denuncia de un rico comendero.

Sin duda alguna la gran labor realizada por el padre Las Casas en favor de los indios colonizados durante el siglo XVI produjo resultados. Su labor de lucha física e intelectual en defensa de los indios es ahora una fuente tributaria de inagotable fortaleza de espíritu de lucha para aquellos que aun están comprometidos por problematizar, subvertir y mejorar las condiciones de vida de millones de indígenas pobres en América Latina. La semilla que plantó el padre Las Casas, raíz que lo que une al pensamiento y contextualizacion teórica de la Teología de la Liberación, dio sus primeros frutos cuando, “starting in the 1960’s, many of the church pastoral workers -priests and sisters- made significant efforts to come closer to the poor. In so doing they faced new questions and issues. Liberation theology is the outgrowth of their efforts” (Berryman)

Por Carlos M. Coria-Sánchez, profesor asistente de la universidad de Carolina del Norte, Estados Unidos.